Hoy 10 de diciembre de 2019 tenemos un nuevo cambio de autoridades en nuestro Estado Nacional, la democracia cumple 36 años interrumpidos, algo inédito en nuestra historia. Sin dudas es un hecho que nos debe alegrar a todos los argentinos y argentinas, con altas y bajas nuestras instituciones han madurado lo suficiente para lograr la transición entre distintos espacios políticos que expresan ideas contrapuestas.

Como bien decía Winston Churchill, “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado” y es por eso que la debemos cuidar entre el conjunto del pueblo, los consensos en ese sentido se ven más firmes que nunca, nuestro país parece no tener lugar para movimientos extremistas que atenten contra las convenciones establecidas. Dato no menor cuando uno mira la región, donde tenemos golpes de Estado tradicionales, como es el caso de Bolivia, gobiernos autoritarios que han accedido por voto popular, como Brasil, o bien partidos tradicionales que claramente están gobernando de espaldas al pueblo, como Chile.

La democracia es un logro de todos los argentinos y argentinas, uno de sus objetivos tiene que ser buscar la igualdad, consolidarse como el gobierno del pueblo y para el pueblo.

En este sentido se va un gobierno que mostró facetas inéditas para nuestro país. Mucho se ha escrito de las condiciones de un partido político, el PRO, que nació durante este siglo y en el transcurso de 10 años logró quedarse con la presidencia de la Nación imponiéndose en una interna a un partido más que centenario, UCR, y en las generales al PJ, que pintaba hegemónico después del 2003. Sin dudas, la estética y la conformación de Propuesta Republicana mostraba nuevas facetas, en un momento donde la posmodernidad parecía atravesar la forma de hacer política, las redes sociales se mostraban como el reemplazo de los tradicionales comités y unidades básicas diseminadas a lo largo y lo ancho de todo el país.

Cuando pensamos en estos 36 años encontramos muchas luces y sombras de los distintos gobiernos democráticos. Desde Alfonsín hasta Macri podemos destacar distintos matices que han hecho que nuestro país tenga avances y retrocesos, con mejores y peores periodos económicos. Con deudas históricas, como también con logros de algunas políticas de Estado que hoy nadie se atrevería a cuestionar.

Seguramente, si intentamos jugar a armar un listado con los mejores y peores gobiernos de estos más de 30 años, el gobierno del Ingeniero Mauricio Macri será recordado como uno de los peores, luchando el último puesto con el del Doctor Fernando De la Rúa. Macri encontró un país con problemas macroeconómicos, cuestión que es innegable. El déficit fiscal, la inflación y las restricciones de compra de divisas eran problemas a atender, pero no solamente empeoró los tres, sino que generó nuevos problemas como la deuda externa que creció a un ritmo inédito (en promedio nuestro país se endeudó USD 32.500 millones entre el 2015 y el 2019 –anuales-, casi el triple que lo que tomó la última dictadura militar USD 10.306 millones -anuales-), también la falta de empleo y la destrucción del aparato productivo de nuestro país fueron mérito de la gestión de la Alianza Cambiemos.

Macri deja una pesada herencia, que sin dudas va a traer consecuencias de cara al futuro. El dato positivo es que su gobierno termina en tiempo y forma, que el peronismo vuelve por vías democráticas –como siempre- y que como nunca en la historia un gobierno que pauperizó la calidad de vida de los trabajadores se va sin una escalada de violencia en las calles.

Creo conveniente marcar que el gobierno de Mauricio Macri es el primero en toda Sudamérica que busca la reelección y no la consigue. En Latinoamérica hay que remontarse a Daniel Ortega en Nicaragua (1990) e Hipólito Mejía en República Dominicana (2004) para encontrar otro presidente que teniendo reelección no logran obtenerla, un reflejo de lo que fue un gobierno que se va sin ningún logro económico para mostrar. En una región que crece a un 1,6% Argentina tiene una economía que cae un 3,6%, siendo el país con mayor contracción de su PBI.

Aplicar recetas económicas que no son para estas tierras no es gratis. Los indicadores que deja Macri así lo demuestran, siendo más que alarmantes con una inflación del 55% en el año, con la mayor caída del consumo desde el año 2002, pobreza, recesión, mega endeudamiento y ajuste fiscal es la herencia que recibirá Alberto Fernández. Sin dudas el nuevo Presidente tiene un gran desafío, el diagnóstico es acertado, la idea de prender la economía y devolverle la capacidad adquisitiva a la clase trabajadora es el camino a seguir. Como se escuchó mucho durante estos cuatro años, lo peor ya pasó, aunque seguramente en esta oportunidad es verdad. Que “Les Fernández” tangan un gobierno exitoso es el deseo de tod@s, porque en ello estará el futuro de nuestro país.

Horacio Luis Manzato
(Lic. en Ciencia Política, UBA)