Ayer fue 24 de marzo. Una fecha que nos marca como sociedad, que nos convoca a recordar lo que nunca más debe repetirse. Hoy, vivimos en un país fracturado por diferencias políticas, hay algo que nos une con firmeza: la convicción de que la democracia es el único camino posible.

No es un camino sencillo. La memoria duele, porque el pasado nos habla de ausencias, de violaciones a los derechos humanos, de un Estado que se convirtió en máquina de terror. Pero también nos habla de algo extraordinario: en Argentina, a los dictadores los juzgamos. Los sentamos en la silla de los acusados, les dimos el castigo que marca la ley, y con eso, le dimos al mundo una lección de justicia. Ese acto, tan nuestro, tan argentino, es el reflejo de una democracia que, aunque imperfecta, tiene la fortaleza de enfrentar sus demonios.

Sí, nuestra historia es compleja. Hubo violencia en distintos sectores, y es válido que todas las voces sean escuchadas con responsabilidad. Pero nada justifica el terrorismo de Estado. Nada justifica desaparecer personas, despojar a una familia de sus hijos, silenciar a la prensa. La democracia no se construye borrando una parte de la historia, sino reconociéndola en toda su dimensión, para que el dolor no se repita.

Porque la democracia no es solo votar. Es poder marchar en silencio con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y también es poder debatir con respeto en las redes, en las aulas, en las mesas familiares. Es que un juez independiente condene al poderoso que abusa, y que un ciudadano pueda reclamar sin miedo. Es que las balas no decidan, sino las urnas.

Hoy, en lugar de dividirnos entre "bandos" del pasado, tenemos una tarea más urgente: fortalecer lo que nos salva de volver a él. Construir una democracia donde la justicia no sea selectiva, donde la educación nos ayude a pensar críticamente, donde el trabajo digno sea una realidad para todos. Donde las diferencias no nos rompan, sino que nos desafíen a dialogar, y sin la intención de cambiar la opinión del otro, sino de entenderla, para poder construir una realidad que a ambos nos identifique, nos contenga, nos abrace.

Argentina ya eligió: no queremos más golpes, ni de militares, ni de nadie. Queremos instituciones sólidas, federalismo verdadero, periodismo libre. Queremos que un pibe de Jujuy tenga las mismas oportunidades que uno de Buenos Aires. Queremos que los debates se ganen con ideas, no con
agresiones.

La democracia es frágil solo si la abandonamos. Por eso, hoy y siempre, cuidémosla. No por nostalgia, sino por futuro. Porque es el único sistema donde podemos debatir, donde podemos discernir, donde podemos participar. Porque es el único sistema donde nuestra opinión… si cuenta.

Augusto Velázquez
Concejal bloque Más para Entre Ríos